Lejos queda aquel rebelde submarino que despuntaba entre los upfronts de otoño hace varios meses. Que luchaba incansable contra un titán de la parrila americana como The Big Bang Theory. Muy lejos queda aquel submarino del que clausura hoy temporada y serie con Controlled Flight Into Terrian. Caótico, incongruente y de ritmo inconstante. Es una costumbre social hablar bien de las personas una vez que fallecen, y por extensión podríamos decir lo mismo de las series que terminan. Esa era en principio mi intención con Last Resort, destacar solo sus aciertos después de las penurias que ha tenido que sufrir la serie, pero no sería justo equiparar estos tres últimos capítulos, resultantes de la cancelación, con el resto de la serie. Porque la finale ha sido tal descontrol que sinceramente no se ni por donde empezar a comentar…
Lo primero que llama la atención del capítulo es el tiempo dedicado a cada una de las tramas pendientes de resolver. Tres cuartas partes del mismo a desarrollar un motín de relativa importancia, y solo unos pocos minutos para cerrar la trama política en Washington, de mayor interés. Resulta extraño como el punto de partida de Last Resort, el motivo por el cual el Gobierno de los Estados Unidos ataca a su propio submarino, queda satisfactoriamente explicado para los guionistas por la megalomanía del Presidente Bolton, de la que nos hablaron en uno de lo capítulos anteriores. Ni rastro del motivo real para aniquilar un país tan descaradamente, que podríamos suponer es el manido petróleo pero no tenemos la certeza. El problema no solo es que no se explique, sino que se resuelve burdamente. Christine hace chas! y aparece gracias a Hopper. El mismo Hopper que recordemos da las cintas incriminatorias a Kylie a cambio dinero, pero que de repente resulta ser un alma caritativa que utiliza ese mismo dinero para rescatar a Christine. Una Christine que a su vez había sido secuestrada por Wes, por una razón que aun desconocemos, y que a pesar de creer muerta, saben donde encontrar. ¡Venga hombre!
Por si eso no fuera poco, toda la elaborada trama del AntiGobierno se soluciona en unos minutos entregando un pen a los periodistas y ojo, disparando al Presidente. Punto uno: si era tan simple ¿por qué no filtraron la información en el momento que Kylie la tuvo en su poder? Y punto dos: ¿qué sentido tiene matar al Presidente una vez reveladas sus mentiras? ¿Por venganza? Obviamente la causa de todo este caos narrativo no puede ser otra que la limitación del desarrollo argumental a tres capítulos, como ya dijimos en la review de la semana pasada, sino no se entiende tanta elipsis, tanto evento sin explicar, ni tanta simpleza para cerrar una trama que nos lleva de cabeza desde que comenzara la serie. O eso quiero pensar…
Me gustaría poder decir que los acontecimientos en Santa Marina se han desarrollado de forma más ordenada y coherente, pero tampoco ha sido así. Las extrañas alianzas de Damn the Torpedoes no han desaparecido sino que se han multiplicado para dar lugar a un complot multicultural. Resulta que los lerdos amotinados no cumplían órdenes de Prosser, sino de China, que ha pactado con Julian para explotar los recursos naturales de la isla. Unas alianzas que como decíamos resultan extrañas si tenemos en cuenta entre quienes hemos visto que se establecían coversaciones las pasadas semanas: Julian con Prosser, Julian con Zheng, pero nunca Zheng con los que creíamos acólitos de Prosser. De nuevo las famosas elipsis de Last Resort y sus repercusiones en la credibilidad de las tramas. ¿De verdad un centrado embajador chino ha urdido un plan con la escoria de la tripulación y ha puesto al mando un violador declarado? ¿Pero qué cachondeo es este? Como hemos comentado al principio de la review, sorprende el porcentaje de minutos dedicados al motín en detrimento del argumento principal de la serie. Es decir, que el adversario a batir al final sea China en lugar de Estados Unidos. Quitándole toda la gracia a la serie, cuyo principal atractivo era precisamente tener el enemigo en casa.
¿Y por qué ese cambio en la actitud de China, que hace unas semanas expresaba su intención de eregirse “compás moral del mundo”? Si aceptamos que mentían, y que su único interés era poseer el submarino nuclear… ¿era su intención desde el principio atacar el Colorado desde dentro, cual Caballo de Troya? Que suerte pues encontrase sin saberlo una situación tan favorable como un motín y un isleño con minerales raros a ofrecer. No sé si soy solo yo o si realmente todo lo ocurrido desata tantas preguntas sin respuesta, pero no me convence nada, ni la muerte del Capitán por muy emotiva que sea. Entiendo el simbolismo del Capitán hundiéndose con su submarino, como lo haría con un barco pero no la encuentro justificada ¿qué necesidad había de hacerlo una vez derrotados los dos frentes abiertos? Nada, que no compro. A pesar de todo hay que destacar positivamente las escenas compartidas ente Braugher y Speedman, que nunca decepcionan, con esas risas cómplices tan naturales en el momento de máxima tensión.
Y aquí concluye la historia del submarino que luchó por hacerse un hueco en la noche de los jueves, con la agridulce sensación de lo que podría haber sido y no fue. Que nos deja una frase para el recuerdo en las citas Todoseries:
Test us, and we will all burn together. You’ve been warned.
Hasta siempre, Capitán Chaplin. Hasta siempre, Colorado. (Saludo militar)